Por: Lesther Brenes Salazar
Managua es un mosaíco de gente rara,
indigentes, completos lunáticos;
alcohólicos esquineros,
traumados de guerra,
golpeadores de mujeres
y casas bajas,
elementos en los que se funden los conceptos
de antagonismo y clase.
Hay polvosos asentamientos
entre colinas
donde el censo no llega,
construidos enteramente
de láminas de zinc
que se sobre calientan
por el vaporoso efecto del sol calcinando el lago Xolotlan
y de repente
a tan solo dos cuadras cambia la panorámica
y se erigen
altos muros perimetrales.
Ventas ambulantes,
pobreza,
mucha pobreza,
opulencia
en pocas manos,
mujeres bonitas,
gente caminando,
buses repletos
de almas fatigadas
por el vaivén de los días,
a 35° celsius cada mediodía,
en el mejor de los casos
una lluvia vacía que
sofoque las penas.
Propaganda de ayer y hoy
superpuesta en el tendido eléctrico,
opacas por el sol
y nuevas con tecnicolor,
Hilux sin placas,
gringos perdidos frente a la UCA,
"all cops are bastards",
más si andan con capuchas,
akas 47,
muchísimas de ellas;
gente indignada
e inconforme con la calidad de vida
y a los que la vida les importa una mierda.